PUBLICIDAD MACHISTA
La publicidad
es una herramienta orientada a vender productos. Ese es su objetivo último.
Pero un elemento comunicativo de la envergadura de la publicidad no puede dejar
de tener importantes repercusiones en el imaginario social. Justamente por
ello, la publicidad transmite valores y se posiciona ideológicamente con una
gran capacidad de influencia, gracias a las estrategias de persuasión que viene
desarrollando desde hace décadas.

Mientras la
publicidad ha ido ejerciendo su papel de estimulador del consumo, ha sido uno
de los agentes comunicativos más eficaces en la construcción de imaginarios
sociales. Entre los valores sociales con los que la publicidad ha contado para
crear lazos con el cliente se encuentra una mirada interesada -y económicamente
muy rentable- de la mujer y sus estereotipos sociales.
En los
productos dirigidos al público masculino, sin embargo, la mujer cumplía en
numerosas ocasiones el papel de recompensa final: “Sóplale en la cara y ella te
seguirá a cualquier sitio” propone este anuncio de puros.

La creatividad publicitaria al servicio de una relación de “dominación implícita” o “simbólica”, dice Victoria Sendón de León (2007). Los valores que transmite la publicidad de la época son todo un modelo de vida que va más allá de nuestra cocina o garaje y proponen el consumo como respuesta, no a nuestras necesidades, sino a las aspiraciones que nuestra propia cultura.
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