La ciencia incluida en la Publicidad
La ciencia tiene un impacto significativo sobre la sociedad,
pero también es una de las áreas más usadas de forma irresponsable para vender
artículos y justificar ideas, así como para apoyar intereses de todo tipo.
Parece
que incluir las palabras “científicamente comprobado” en una frase refuerza de
forma vertiginosa la idea que se pretende exponer, potencia la aceptación de
una afirmación y despeja toda duda sobre la efectividad que pueda tener un
producto.
En el mundo de la publicidad, por ejemplo, lo vemos con bastante
frecuencia, y las propiedades de mercancías y servicios suelen venir
acompañadas de una suculenta terminología científica. Palabras indescifrables y, en la mayoría de los casos, mal
utilizadas pueden confundir a veces al comprador, quien rápidamente cae en la
trampa impulsado por la confianza en la ciencia misma, pasando rápidamente de
la duda al convencimiento.
Esto
ha sucedido en las últimas décadas con la palabra ‘cuántico’, que se usa
indiscriminadamente para destacar las propiedades de una terapia, una joya y
hasta un champú. Cuando se trata de mercadeo, las palabras dejan huella, y las
que se ayudan de la ciencia suelen tener mayor recordación y garantía de éxito.
Por
otra parte, a la hora de convencer al público, la mala interpretación de
resultados científicos suele ser habitual. Entender y difundir estos
resultados no es tarea fácil, y exige una buena dosis de responsabilidad, tanto
como la que emplea la ciencia para evaluar la validez y aportes de las
investigaciones, con rigurosos sistemas de evaluación que desechan muchos
trabajos. De cada 100 artículos que recibe la conocida revista científica
Nature se rechazan 95, lo cual no quiere decir que no se cometan errores. En el
2013, Nature publicaba un texto titulado ‘20 consejos para interpretar
afirmaciones científicas’ que se deberían tener siempre presentes.
Nos hemos convertido en consumidores, no solo de productos sino
también de información, y muchas veces tragamos entero: poco indagamos en las
fuentes o cuestionamos aquellos productos ‘milagrosos’.
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