Comprender estos cambios como algo más que tendencias o modas y saber aplicarlos en la gestión empresarial es la base actual de la digitalización, un concepto que ya tiene años y que por su aplicación a diferentes realidades a lo largo del tiempo genera ahora confusión. Desde los ochenta ya se hablaba de las compañías y administraciones que apostaban por la informática para optimizar su rendimiento. El término “transformación digital” se extendió a principios del siglo XXI con la abrumadora irrupción de Internet en los hogares y en los espacios de trabajo. Los expertos urgían a las empresas a adaptar sus modelos de negocio y de funcionamiento interno a la red. Con mayor o menor lentitud, con más o menos éxito, prácticamente todas lo hicieron. Algunas todavía están en esas, y de ahí parte de la confusión que existe al utilizar esta idea. La digitalización de la que se discute ahora, tan presente en los medios, con congresos y ferias que giran en torno a ella, en el eje de las decisiones de startups y multinacionales, ya tiene el salto a Internet como superado. Se trata del siguiente nivel.
La Comisión Europea elabora cada año su Marcador de Transformación Digital.En el de 2017 constata que esta nueva ola de cambios supone un “desafío” para las empresas. El informe incluye una encuesta en la que se preguntó a compañías de toda la Unión en tres sectores teóricamente punteros: sanitario-farmacéuticio, automovilístico y de ingeniería mecánica. La implantación de las siete innovaciones consideradas clave por la CE (móvil, nube, redes sociales, robótica, Internet de las cosas, análisis de datos y ciberseguridad) no superaba el 26% de los encuestados en ningún caso.
El documento también señala que quienes adoptan estas tecnologías tienden a mejorar sus resultados. El 64% de los encuestados hace un balance positivo del uso de innovaciones digitales, mientras que más de la mitad confirma un aumento en la facturación y un 14% tiene un incremento en la productividad por encima del 20%. El informe subraya que las grandes empresas son más proclives a llevar a cabo estos cambios. “Hay que hacerlo sí o sí. Este partido hay que jugarlo. No es una opción”, sentencia Javier Casado, responsable del área digital de Everis, multinacional española de consultoría especializada en tecnología.
Comprender estos cambios como algo más que tendencias o modas y saber aplicarlos en la gestión empresarial es la base actual de la digitalización, un concepto que ya tiene años y que por su aplicación a diferentes realidades a lo largo del tiempo genera ahora confusión. Desde los ochenta ya se hablaba de las compañías y administraciones que apostaban por la informática para optimizar su rendimiento. El término “transformación digital” se extendió a principios del siglo XXI con la abrumadora irrupción de Internet en los hogares y en los espacios de trabajo. Los expertos urgían a las empresas a adaptar sus modelos de negocio y de funcionamiento interno a la red. Con mayor o menor lentitud, con más o menos éxito, prácticamente todas lo hicieron. Algunas todavía están en esas, y de ahí parte de la confusión que existe al utilizar esta idea. La digitalización de la que se discute ahora, tan presente en los medios, con congresos y ferias que giran en torno a ella, en el eje de las decisiones de startups y multinacionales, ya tiene el salto a Internet como superado. Se trata del siguiente nivel.
El cliente siempre tiene la razón
Sea cual sea el tamaño de la empresa, la transformación tiene siempre que tener un motivo, un planteamiento estratégico. “Tienes que tener claro para qué vas a cambiar”, opina David Shing, profeta digital del gigante AOL, entrevistado en Madrid durante el congreso Digital Enterprise Show, una de las ferias más importantes del panorama nacional sobre digitalización. “Lo primero que tienes que hacer es escuchar a tus clientes, o a los que quieres que sean tus clientes. Ver cómo se comportan con tu marca y cómo puedes mejorar tu relación con ellos a través de la tecnología”. “La tendencia ahora mismo es esa, no mirar al interior, a los procesos de la compañía, sino a las personas que al final son tus jefes, que son los consumidores”, certifica Javier Casado, que señala que los datos son una de las herramientas más importantes para llevar a cabo esta tarea. La encuesta de la Comisión Europea abunda en esta teoría: más de un 40% de las empresas preguntadas apunta a la mejora de la experiencia y la relación con sus clientes como motivo de su digitalización, el más importante junto con el aumento de la competitividad.
Con los consumidores en mente surgen varias referencias de trabajo bien hecho. “Es maravilloso ver cómo utilizan los datos empresas como Spotify o Netflix”, afirma Gemma Muñoz, CEO de El Arte de Medir, empresa de ciencia de datos que trabaja con grupos como Inditex, Telefónica o Santander en la gestión de sus datos y en su aplicación a planes y estrategias concretas. La plataforma musical elabora sugerencias y listas de reproducción personalizadas para cada usuario, y también utiliza la visualización de datos para que cada persona pueda ver lo que ha ido escuchando durante el año. De un modo similar, Netflix ofrece contenidos a cada cliente en función de lo que ha visto o le ha interesado previamente, lo que le permite presumir de un valor añadido que no otorgan otros rivales en el sector de los canales de televisión por streaming.ç
Fuente
https://elpais.com/elpais/2017/06/28/talento_digital/1498676466_198437.html
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