Por qué no nos
identificamos con algunas campañas
Un día cualquiera, una mujer, un hombre, un niño o niña, da
igual.Un día cualquiera, una persona cualquiera se levanta. Quizá no sea
consciente de ello pero, quien sea, se está preparando para recibir miles de
impactos publicitarios en las próximas horas. Es más, si no es consciente es
porque ya está más que acostumbrado. Constantemente, sin parar, ahí están.
Anuncios. Nos levantamos por la mañana y ponemos la radio: truenan cuñas
lanzadas en muchas ocasiones al vacío. Porque ¿qué porcentaje de los anuncios
que escuchamos a diario nos interesan realmente? Bueno, es lógico, no solamente
estás tú recibiendo ese mensaje, lo hacen miles de personas más. Por qué iban a
acertar contigo, precisamente.
Pero el problema no es únicamente de los medios
tradicionales, y eso que estos tienen mucho más complicada la segmentación. A
lo largo del día te saltan pop ups y banners, escuchas cuñas de Spotify, ves
recomendaciones en Instagram y Facebook y de todo eso, ¿con qué nos quedamos?
Por supuesto que estos impacto publicitarios tienen efecto, pero ¿en qué
medida? Nadie dijo que fuera fácil, claro.
Mucho se ha escrito sobre el tema del target, el
micro target, el demo target y arrasaremos con todos los prefijos del
diccionario hasta que se nos acaben las ideas sobre una de las cosas que más
debe importar a marcas y agencias: alcanzar a su público objetivo. Pero ¿es tan
difícil para la marca impactar en su consumidor? Sí, sin duda. No se trata de
que las empresas no sepan a qué público dirigirse -con una buena utilización del
big data el margen de error es nimio, aunque siempre puede haber sorpresas-
sino que hay que hacerlo bien. Hay que saber transmitir el mensaje a ese target
concreto, una misión aún más complicada teniendo en cuenta la naturalización
de publicidad que tenemos hoy en día.
Las agencias y marcas no deben perder la
esperanza, pero tampoco el foco. Sus campañas tienen que saber adaptarse e ir
dirigidas en su forma, contenido, soporte y momento a ese público que se
interesará por el producto o servicio. Solo así, con una buena estrategia, se
conseguirá que tanto la campaña como las ventas sean un éxito.
Y es en este paso cuando puede surgir el
verdadero problema: una vez localizado el grupo objetivo, parece que las marcas
a veces invierten en publicidad para mayor gloria de los creativos sin buscar
la efectividad; o bien optan por no medir las alternativas y consecuencias de
dirigirse de una manera u otra al target. El resultado suele ser que el
discurso desarrollado no es coherente o atractivo para el público al que le deberían
interesar esos mensajes. Es decir, no sólo debes saber quién es tu target,
tam-bién tienes que saber cómo es y cómo llegar a él. Parece obvio, pero es un
error habitual. Y no hay duda de que es igual de importante. (Mendez, 2017)
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