lunes, 23 de mayo de 2016

ÉTICA  DE LA PUBLICIDAD


 

Enormes anuncios espectaculares atrapan al transeúnte de todas las direcciones.
Todo en la publicidad aparece limpio, blanco, inofensivo, pero, como se ha visto, es un arma psicológica devastadora que abate toda resistencia individual o multitudinaria. Es el arma por excelencia del mercado, que con sus manos inmensas y poderosas convierte a la sociedad en dóciles títeres. Con sus ‘satisfactores’ indiferenciados a unos ‘satisface’ y a otros, casi a todos, los desgracia. Es la creadora de la eterna insatisfacción.

La publicidad es la provocadora del consumo insaciable, rápido y urgente. Es la más poderosa enemiga del desarrollo sustentable. Promete aceptación social a cambio de la obediencia ciega a una moda que humilla y que causa lástima por exótica y ridícula. Es generadora de odio y de violencia por la tensión de clases entre los de arriba, clientes que quieren y tienen, y los de abajo que quieren y no tienen. La publicidad es el látigo implacable del imperialismo de las trasnacionales que elimina la competencia de los menos fuertes. Impone monopolios y oligopolios globalizados. Destruye las soberanías de los países débiles  al destrozar su fragilísima auto-subsistencia. Crea y aniquila visiones y valores de acuerdo al código imperativo de ventas y ganancias. Y se ha llegado al extremo de convertir el juego de la política en un juego entre poderes publicitarios. Los candidatos, antes de pensar en sus ideas, ideales y proyectos sociales, antes de pensar en sus plataformas de campañas, investigan, en primera instancia, las mejores compañías de mercadotecnia y publicidad. Contratan a la mejor, no importa el precio, que sepa vender la imagen, los gestos y ademanes, que construya la personalidad más atractiva y arrolladora. El candidato se entrega a las manos y a la sensibilidad creadora del estilista, del masajista, del manicurista, del camarógrafo que deben producir la toma, el perfil, el look más impactantes. El candidato se entrega al mejor vendedor de la imagen que se convertirá en la mejor compradora de votos. Esos hombres, tales hombres, los gobernantes triunfadores son los trofeos de las agencias publicitarias.

 La lucha entre las ideas y proyectos es light, la lucha entre las agencias es feroz. Desde esta perspectiva es fácil contestar a la pregunta admirativa: ¿Cómo es posible que ‘estos hombres’ hayan podido llegar a la cumbre del poder? Allí yace la publicidad como la magia de la política, de la dominación, y los gigantes magos son, otra vez, las manos inmensas y poderosas que manejan los hilos, que determinan las elecciones. Así se consuma el apareamiento de la plutocracia  con la mediocracia. Parece superfluo comentar que existe, aunque muy escasa, una publicidad honesta: la que informa, la que publica con verdad los productos, sus características, usos riesgos y abusos. Sin embargo, es necesario decir que la publicidad reinante es agresora de la ética y de la dignidad humana, y que el único antídoto en contra de la dominación publicitaria es el fortalecimiento de la actitud crítica. En última instancia se trata de defender con energía el derecho a ser persona, a ser tratado como persona y no como instrumento de ganancia en el sistema mercantil que aprecia más al dinero que a las personas.


FUENTE: ARTÍCULO. PUBLICIDAD Y ÉTICA .CARLOS  DE LA ISLA 

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