ÉTICA DE LA PUBLICIDAD
Enormes
anuncios espectaculares atrapan al transeúnte de todas las direcciones.
Todo
en la publicidad aparece limpio, blanco, inofensivo, pero, como se ha visto, es
un arma psicológica devastadora que abate toda resistencia individual o
multitudinaria. Es el arma por excelencia del mercado, que con sus manos
inmensas y poderosas convierte a la sociedad en dóciles títeres. Con sus
‘satisfactores’ indiferenciados a unos ‘satisface’ y a otros, casi a todos, los
desgracia. Es la creadora de la eterna insatisfacción.
La
publicidad es la provocadora del consumo insaciable, rápido y urgente. Es la
más poderosa enemiga del desarrollo sustentable. Promete aceptación social a
cambio de la obediencia ciega a una moda que humilla y que causa lástima por
exótica y ridícula. Es generadora de odio y de violencia por la tensión de
clases entre los de arriba, clientes que quieren y tienen, y los de abajo que
quieren y no tienen. La publicidad es el látigo implacable del imperialismo de
las trasnacionales que elimina la competencia de los menos fuertes. Impone
monopolios y oligopolios globalizados. Destruye las soberanías de los países
débiles al destrozar su fragilísima
auto-subsistencia. Crea y aniquila visiones y valores de acuerdo al código
imperativo de ventas y ganancias. Y se ha llegado al extremo de convertir el
juego de la política en un juego entre poderes publicitarios. Los candidatos,
antes de pensar en sus ideas, ideales y proyectos sociales, antes de pensar en
sus plataformas de campañas, investigan, en primera instancia, las mejores
compañías de mercadotecnia y publicidad. Contratan a la mejor, no importa el
precio, que sepa vender la imagen, los gestos y ademanes, que construya la
personalidad más atractiva y arrolladora. El candidato se entrega a las manos y
a la sensibilidad creadora del estilista, del masajista, del manicurista, del
camarógrafo que deben producir la toma, el perfil, el look más impactantes. El
candidato se entrega al mejor vendedor de la imagen que se convertirá en la
mejor compradora de votos. Esos hombres, tales hombres, los gobernantes
triunfadores son los trofeos de las agencias publicitarias.
La lucha entre las ideas y proyectos es light,
la lucha entre las agencias es feroz. Desde esta perspectiva es fácil contestar
a la pregunta admirativa: ¿Cómo es posible que ‘estos hombres’ hayan podido
llegar a la cumbre del poder? Allí yace la publicidad como la magia de la
política, de la dominación, y los gigantes magos son, otra vez, las manos
inmensas y poderosas que manejan los hilos, que determinan las elecciones. Así
se consuma el apareamiento de la plutocracia con la mediocracia. Parece superfluo comentar
que existe, aunque muy escasa, una publicidad honesta: la que informa, la que
publica con verdad los productos, sus características, usos riesgos y abusos.
Sin embargo, es necesario decir que la publicidad reinante es agresora de la
ética y de la dignidad humana, y que el único antídoto en contra de la
dominación publicitaria es el fortalecimiento de la actitud crítica. En última
instancia se trata de defender con energía el derecho a ser persona, a ser
tratado como persona y no como instrumento de ganancia en el sistema mercantil
que aprecia más al dinero que a las personas.
FUENTE:
ARTÍCULO. PUBLICIDAD Y ÉTICA .CARLOS DE
LA ISLA
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